Ya no
escribo, ya no canto, porque el amor anda rebosado, y reposada fue la
borrachera del viernes que se enganchó de aburrimiento en sábado, porque al
contar los días siendo ‘meses’ algo muy largo, pienso que puedo esta vez fantasear
con lo que se me hace tan lejano.
Y es que actúo en base a cuatro y domino el
mundo de revés, y poco a poco se van desarrollando las metas que una vez soñé.
Pudiera
escapar un rato y encontrarme en una playa vacía pero llena de recuerdos que
parten grabados en el lente de la vida, rodeada de brisa tibia y tropical,
mientras se embulla mi alma contando arena en la que dejo mi huella al pasar.
Llega
la emoción, busco excusas para esconderla, temo que se den cuenta que he decidido
ser feliz, que puedo tocar el sol con las manos y embellecer el entorno con solo
una sonrisa. Porque la vista fija hacia el futuro ha dejado un halo de luz en
el horizonte, y es infinito el destino, como infinito es el camino hacia su
fin.
Solo pensarlo me hace escribir y cantar… ¿Quién lo diría?