Presentimientos...
A veces presiento que algo grande está por ocurrir y no estoy preparada para tal cosa. Mientras escribo, me percato del sonido de unos autos de bomberos que pasan frente a mi edificio, y desde un décimo piso observo neutralmente cómo pasa la vida sin sobresaltos.
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Cada día la misma rutina, de cientos que viven en mi complejo de apartamentos, siempre somos los mismos en el elevador, los mismos en el parqueo, e incluso los mismos que al mismo tiempo recogemos el correo. Como si fuésemos únicos en toda la infraestructura que dudo tenga disponible apartamentos de alquiler aun.
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Pero luego que pasa la sirena que despierta un poco mis sentidos, y se retiran los autos que parqueados adornaron por unas cuantas horas el edificio de en frente, vuelven los presentimientos.
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No hablo de boberías sentimentales, ni de amores a primera vista, tampoco me refiero a lo que he dejado atrás ni a la mirada perdida de algún loco de la calle. No nací en Europa a finales del diecinueve, nunca he sudado sangre ni he visto caer bombas abrazantes, pero a veces imagino un Miami en llamas, invadido y dominado, una tercera guerra, una última derrota.
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Viví el entusiasmo de un cometa Halley que en el 86 asaltó la conciencia del humano y que me encantaría volver a ver en el 61. Iconos de un país pequeño murieron al pasar de los años, nació un nuevo líder y reí a carcajadas con sus ocurrencias en sus campañas masivas. Experimenté el gozo de un jubileo y la incertidumbre de una tecnología que atentaba con colapsar el 31 de Diciembre de un mil novecientos noventa y nueve. Sufrí alrededor de unos clientes gringos cuando por casualidad entré a un lounge y observaban con ojos aguados, cómo unos aviones se estrellaban contra torres que según arquitectos, eran inquebrantables.
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Soy víctima incluso de una economía agobiante, veo por primera vez en la historia de un país racista, cómo un líder de color por fin gana mediante elecciones justas el puesto de presidente de lo que es primera potencia mundial, bancarrota de industrias millonarias y ahora un virus curioso que invade poco a poco la nación.
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¿Qué tratados de paz esta vez concluirán episodios malditos?
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Refrescando mi cerebro en wikipedia, en referencia a la primera guerra mundial, veo cómo resaltan consecuencias positivas de ésta. Me hace reír. Es increíble cómo los humanos nos tenemos que matar entre sí para poder llegar a acuerdos tan estúpidos, según mi opinión.
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Tratados que originan otras guerras, y el cuento de nunca acabar.
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Hoy he visto arder en llamas la reciente construcción de un edificio comercial, luego de que una bomba se dejara impulsar libremente por la gravedad, y abarcara toda mi cuadra. A veces quisiera inventarme el sonido en el espacio, escapar de tanta mediocridad y no regresar a este mundo jamás.
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