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Y da la casualidad que estuve leyendo viejos escritos...
Busqué en frases sencillas, lo que va más allá de la imaginación cotidiana.
El libro que aun anda por poco más de la mitad me recuerda que la inspiración da por hecho algunas fantasías que quizás nunca se realizaron pero que en nuestro subconsciente si se lograron.
Puede que me capte aquel ente, las teorías inexplicables de las razones por las cuales nos volvemos fríos y calculadores, pudiera volver a robarle el alma al vino o juntar varios pedazos de aquel espejo que aun roto seguía reflejando tu imagen así como es de cristalina tu mirada.
Pudiera competir con lo invencible y perder, entonces junto a mi derrota derramar lágrimas rojas, pulsar con un dedo, y no el pulgar, los botones que se presionan cuando se decide continuar en vela, sin esperar ni que le esperen.
"Hubo alguna vez, en un rincón de tus sueños, una princesa encantada, de esas de las que paran a la gran multitud por su maravillosa luminosidad de sus ojos de ámbar, que nunca supo amar, no obstante su corazón siempre fue acelerado con tu risa, los suspiros, las teorías simples de felicidad, la diferencia entre lo vano y lo eterno y el sentido lógico de lo ilógico."
Al menos una luna aun nos queda en común, y su reflejo en el mar en una noche dominical.
Labels: desvaríos
En simplicidad, fotos hablan más que mil palabras… eso siempre he escuchado decir y como si fuera poco, porque justo es poco lo que puedo decir comparado con lo que me hiciste sentir, prefiero plasmar en este rincón, donde te conocí, algunas vivencias que contigo las viví…
Antes me pasaba solo los domingos, ahora también el resto de la semana. Mientras en un consultorio médico me entero de donde gringolandia inventa la palabra SAD… (Seasonal affective disorder), cuento los latidos e imagino estar contigo, para al fin salir de esta cueva en la que ya me hincho. Seré buena en números y esperas, pero mala en planificación de felicidad. Lo que me propongo nunca cumplo, y aun nuble mis ojos en la oscuridad de una noche fría y sin sentido, me vuelven los síntomas del sueño atrasado y profundo, el que al probar cama la rechaza. No sé si es soledad, o lo que recientemente se me ha diagnosticado, la peor enfermedad.
Mucho hay que hablar de tal palabra maldita, y siento que muero mientras mi guitarra mira de reojo y quisiera elevar al cielo gritos que apenas alcanzan a la mitad de mi estomago, porque siguiendo los destellos de aquella estrella fugaz que se me ha ido tan lejos, no quiero darle la bienvenida a la que quiere ya servirse café, aunque me lo tengan prohibido.
Solo Nightwish me aleja de la rapidez de los hechos que aun no ocurren, un poco de alcohol me hace dar vueltas la cabeza y logro desprenderme un poco de la realidad, pero al ver unos trastes sucios y cama desarreglada, me vuelve.
Es simple, no quiero estar aquí… quiero gritar por los cuatro vientos que Miami me agobia, luego de seis años engañando mi vocación, de algunas letras inéditas y sin corregir en manos de un don nadie disco duro, pocas notas rasgueadas, muchos “no shows”, cientos de deseos y lagrimas derramadas, muy pocas esperanzas y cada vez mas ahogada, necesito un respiro.
Eva me ha sacado lágrimas, y como soy masoquista, la he repetido quince veces en itunes… no es depresión por lo que sucederá en nueve días…
Es que no quiero estar aquí.
Diablo…! Diablo…!
Y arranco en fa:
Hay una canción que dice “bring me to life!!!” (Si, payolita pa' mis panitas de evanescence).. Yo le pondría “bring me back to normal”… Y ahora lo que tiene que ver con poesía, en otras palabras son todas las jodidas frustraciones que uno mismo se busca en este mundo de a poco, y vienen hasta sin estarlas deseando; así, como que plaf!... en la misma cara, la galleta y yo como buena ex samaritana, o al estilo de un Jesús medio punk, salto con una miradita medio de loca acabada de sacar de un manicomio, después de una larga terapia, y pongo mi otra mejilla. Mira que no me importa gastar cinco o diez, eso es lo de menos, pero diosito, que sea una palmadita.
Sí, yo sé… yo también actúo y recontra lo admito, pero cuando se voltea la tortilla, o se intercambian los papeles (como mejor prefieras), se siente duro esta sencilla y simple palabrita: admitir. Tenía que empezar con A, porque todos los verbos que empiezan con esta, que también es la primera de mi extraño nombre, dan problema. No, aunque lo diga, no es que me guste repetir esas letras, es que cuando lo digo, puedo poner mi mano derecha en el fuego por lo que sale de mi boca, y en vez de rezar cincuenta padrenuestros por evocar una mentira, prefiero vivir mordiéndome los labios, pensando en el desastre de volver a ese verbo que empieza con a.
He dicho… caso cerrado!...