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Sospecho que la noche que telepáticamente imploré acariciaras mi alma, quizás la mezcla de líquido sagrado seguida de una esperada rehabilitación, impidió se diera paso a mi fuga estelar. Es que tomando con mi mano derecha, aquella cola de esa estrella que ahora anda cerca de la luna hoy no tan llena, precisaba dibujar en el firmamento alguna señal, algunos pétalos debieron caer a tu paso, y el sentido de lo incierto debió guiarte hasta mis brazos.
Sin embargo sólo el frío de la noche, me hizo imaginarte. Porque si de contar se trata, supongo que has sobrepasado los límites de las numeraciones y llegando a conclusiones discutidas, de lo infinito, prefiero no indagar en razones, ni comentarte lo que percibo. Prefiero no conversar contigo de percepciones, mucho menos de lo infinito.
De todas formas, esta noche hay coincidencias, y el muñeco que inventé para enviarte de regalo junto a las huellas digitales que rozan mi guitarra en soledades acompañadas de algo más que alcohol, en noches desesperadas, pudieran entonar una o dos canciones, transmitirte rastros de tristeza en notas afinadas de ángeles, porque hoy dejo que ellos invoquen los himnos del preámbulo a una gloria pasajera. Clarinetes y arpas engalanan el paso de los días que enmarcan algo más que distancias... es algo más.
Sigo en busca de razones, y llegan a cambio coincidencias, te juro que son puras coincidencias, sólo eso. No es que seas obvio ni te intereses en serlo, eso vas mucho más allá de tu forma dura de ver esta nueva etapa de nuestras vidas... no hay preocupaciones ni ilusiones al respecto, porque algo claro tengo, son sólo puras coincidencias que desembocan en escritos locos, en una noche como esta.