Telepáticamente me transporté al mundo de melodías capaces de desprender de mi toda clase de agonía, en las notas que bajaban y subían visualizaba un hada madrina que provocaba a los más ardientes corazones terrenales los cuales se disputaban por los suaves lienzos algodonados de alegría que formaban parte del atuendo de aquella aparición.
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Dicha musa de negras historias, me hizo una señal en la frente, fue una cruz que un poco doblada daba cabida a una simple abertura. De la misma salía un pétalo rosa, de una flor un poco tenebrosa, y entre ceja y ceja se vislumbraban pensamientos, conjeturas y teorías inciertas, deseos encarnados y otros tantos convertidos en ilusiones perdidas en una memoria que ahora grita y se remonta a siglos mágicos de poetas sin balcón.
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La luz que traspasaba mis poros, iluminaba el bosque de los pesares, según le bautizara algún bufón por razones más obvias que la propia vergüenza de nunca haber logrado su misión de hacer reír en esta vida.
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El olor a jazmín, hacia recordar esa porcelana rota que callada soportaba el polvo de los siglos en un Rincón, mientras se humedecía con la brisa templada de algo más que primavera apresurada.
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Lo vi como en alucinación, poco a poco me encariñé con la sonrisa fingida de aquel mago de vara larga, sin reconocer en sus trucos ese afán eterno por desaparecer su cuerpo de lo simple y mortal, y de sus tenebrosos sueños.
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Su Mirada maldita, me hizo recordar la leyenda de aquella mujer que en noches de luna llena, pulía sus uñas y se posaba en lo alto de la torre de una iglesia abandonada por los ángeles caídos y enjaulados por demonios que fueron liberados como acuerdo sangriento para dar fin a Guerra santa… pudo despertar en mi el miedo absurdo de la muerte.
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¿Las melodías? Ahora distantes, mientras volvía al mundo de lo común, en donde reina la palabra “default”, sin saber distinguir realmente cual de los dos me deja peor.
que te puedo decir??