Con el pie derecho empiezo una nueva vida en el décimo piso de una conciencia tranquila. Ya hará algunos días que placentéramente duermo y recién ayer soñé por primera vez en mi nueva estancia. Locos como siempre, en su momento quizás elocuentes o sin sentido, pero siempre solo eso: sueños.
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Los traigo a colación por la facilidad en que la tarde de hoy se despide. Pudiera pedirle a la creación una vista montañosa con poquitas luces que confundidas con luciérnagas crearan un ambiente "country" en medio de una oscuridad magistral, junto a los sonidos de la naturaleza en una noche como esta.
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Los traigo a colación por la facilidad en que la tarde de hoy se despide. Pudiera pedirle a la creación una vista montañosa con poquitas luces que confundidas con luciérnagas crearan un ambiente "country" en medio de una oscuridad magistral, junto a los sonidos de la naturaleza en una noche como esta.
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Sin embargo, me conformo con la magnífica vista que existe desde la ventana de mi habitación, locales públicos, de comida barata y chatarra, construcciones a medias de edificios interminables, y si fueran luciérnagas las luces que titilan a lo lejos, estuviera haciendo maletas por la invasión masiva de tales animalitos de Dios.
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Hoy ha sido un día de retos, de enfrentaciones y algunas lamentaciones, dejo en manos del destino (sí, el nick de un amigo me ha inspirado), lo que guarde para mí en lo adelante, aquella súplica de tranquilidad, unas cuantas gotas de paz y porqué no, de nostalgia en esta noche templada.
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Sube el presupuesto, pero es lo que menos importa, me esquivan las situaciones materiales y sin sentido, se eleva el orgullo de surgir de lo profundo, las aguas ya no llegan a mi cuello, mi respiración se hace pasiva a medida que juego con los delfines que me acompañan.
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Hablé con el que dicta los caminos, impone los momentos y traza nuevos destinos, y tomó el consejo de descansar. Tarea árdua para el que hace algunos años me tiene tan complicada.
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Aún quedan cajas sin abrir, gabinetes sin surtir, y los sartenes aún no estrenan la cocina, salvo para el cocido instantaneo de algunos huevos duros, para apaciguar el hambre vieja de un atkins que vuelve a surgir. Muero por una cola de dieta, y quizás unos cuantos besos tuyos, pero te espero en menos de quince y seré dueña de mucho más que tu boca.
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Me gusta como se encarnan mis ideales, al menos los de calidad de vida, un cambio en el ambiente de dos personitas es bueno y ya lo necesitaba.
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Reina en mi nuevo espacio, cuento las horas para que llegue el sábado y pueda disfrutar de una tarde calurosa en las cuatro paredes de encanto.
Labels: reflexión
esos momentos son necesarios para la creatividad oculta, para el desahogo del subconsciente, para reclamar en silencio lo que nunca se ha tenido pero una vez se perdió.
Menos de 15!!! no te preocupes yo prometo que te ayudaré.