“Yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui,
Allá Dios qué será divino…
yo me muero como viví…”
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Silvio Rodríguez
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Jugando con la horrible tempestad de lo que se va y no vuelve,
porque con sus aguas calienta y enfría el camino.
Porque cuando se dice hasta luego hay que saber cómo decirlo,
no vaya a suceder que la luna te conceda deseos perdidos
y la sombra de la noche clara te revele tus misterios.
Te lo dejen a flote y te desanime el ánimo,
y te descontrole el control y de tanta locura te vuelvas cuerdo.
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Porque lo que se promete se cumple,
solo cuando se anda de buen personaje de mitología barata
(too much Arjona aquí),
y cuando no se concede, se compra,
y cuando no se puede pagar el precio entonces se dice que somos más humanos.
Pero humana no quiero ser, porque quiero que se cumpla.
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Cuando faltan siete, o seis, o cinco…
porque ya no se lo que cuento,
se me hace que este mes ha pasado a la carrera,
y vuelvo y controlo el descontrol,
y el desánimo se fue a animar con unas cuantas copas de brugal,
y hoy siento el aroma de ese café que bebí contigo,
y entre Silvio y mi dolor de cabeza vuelvo al principio…
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Ya hay menos tempestad,
lo que se va y no vuelve calienta y enfría el camino.
Bien lo especifiqué, fue solo un hasta luego.
Y SI sé lo que cuento, ¡Faltan siete!.... ¿o seis… o cinco?
Qué más da, si cuento contigo…
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