Quisiera dejar que las letras construyeran por si solas lo que hoy experimento:
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Una mezcla de música y monólogo.
Tambores y anuncios publicitarios, pero me gusta.
Porque quizás la cola de dieta, la lechuga y el aderezo me agitan el pecho.
Pero recuerdo que el café expresso es lo que me ha causado la taquicardia.
Es que no ha sido el café, ha sido el zumbido, no, tampoco.
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Poco a poco voy sobrepasando la pérdida,
tengo la estúpida costumbre de enlazarme a lo material sin sentido,
pero creo que la lección se me fue dada.
No te canté pero prometo hacerlo esta noche,
cuando la guitarra se pose sobre mi vientre,
no más Silvio, al menos por hoy.
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Mucha nostalgia, es que la mezcla de Furtado y Rubio (asco!)
no le viene bien a mi cabeza.
Aclararé mi pelo, lo quiero bien largo,
así que las Tijeras descansarán,
aunque el estilo de Adañez me encantaba,
creo que volveré a tenerlo.
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Llevaré más tacones (Así empecé este año y no me fue nada mal),
espero que la esencia que la “Diva” me regalará de vieja Belén
me haga lucir mas auténtica y menos vaga.
El hambre que hace cinco minutos me hacía divariar
se fue a beber con la melancolía
porque me pesa el tenedor en mi mano, prefiero apartar el plato.
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Esta navidad me ha sabido malgastar las ansias,
y aunque ayer irónicamente no prendí el televisor
porque pasé de lo imperfecto a lo perfecto y viceversa,
veo que a veces es malo aferrarse a lo absurdo.
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No se qué le pasa a MTV, no se…
ahora una que quiere hacer de Torroja, cuántos recuerdos…
(Me sorprende cuántas cosas tenemos él y yo en común)…
Esa es la razón por la que de vez en vez quisiera conocer a Mottola,
pero eso es ya otra historia.
Mientras tanto preparo mi lista, empaco calor, porque el frío** me espera.
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**Sí, ese frío que calienta...